Alemania se encuentra en una encrucijada debido a la dependencia del país del gas procedente de Rusia.
El abandono del gas ruso
Alemania necesita encontrar una fuente de energía alternativa al gas. El país no se anticipó a esta crisis al utilizar gas ruso barato. Tras la guerra de Ucrania, Berlín decidió en 2022 volver a poner en marcha las centrales eléctricas de carbón.
Sin embargo, Alemania podría llevar a cabo una reindustrialización con energías renovables, especialmente el hidrógeno. Según Klaus Wohlrabe, economista del ifo:
“Depender de los combustibles fósiles a largo plazo… ha demostrado ser un camino arriesgado. Así que, al menos a medio plazo, las empresas no tienen más remedio que reorientarse”.
De hecho, antes de la invasión de Ucrania, el 50% del gas consumido en Alemania procedía de Rusia.
Búsqueda de soluciones alternativas
En Kelheim, por ejemplo, la empresa alemana Kelheim Fibers, conocida por su uso de fibras (bolsitas de té), utilizará fuelóleo en lugar de gas a partir de enero de 2023. Esto aumentará las emisiones de carbono y la empresa está considerando la posibilidad de pasarse al hidrógeno. Craig Barker, Director General de Kelheim Fibers, afirma:
“Queremos ser una de las primeras grandes empresas de Baviera en pasarse al hidrógeno”.
Los costes energéticos representan entre el 60% y el 70% de los gastos variables. Así, superan los costes de la materia prima. Kelheim Fibers está en conversaciones para importar 30.000 toneladas de hidrógeno al año a partir de 2025. Berlín ha aprobado recientemente la construcción de la primera red de tuberías de hidrógeno de Alemania.
La asociación de la industria y los servicios públicos, BDEW, quiere acelerar la inversión en hidrógeno. Promueve una ley del hidrógeno. El objetivo es reducir la burocracia y regular el aumento del hidrógeno.
Kerstin Andreae, Presidenta de la BDEW, afirma:
“2023 debe dar un nuevo impulso a las inversiones en energías renovables, incluido el hidrógeno, las centrales de gas capaces de producir hidrógeno y las redes de energía”.
Las pequeñas y medianas empresas alemanas son la columna vertebral de la mayor economía de Europa. Así pues, buscan diversificar su combinación energética para mantener su producción.